La terapia cognitivo conductual es reconocer pensamientos negativos y reemplazarlos con pensamientos positivos, que darán lugar a comportamientos favorables para la persona.
Síndrome de Cotard
En este raro trastorno psiquiátrico, el afectado cree que ha muerto, o que ha perdido la sangre o algún órgano interno. Este delirio puede ser peligroso ya que el trastornado puede actuar imprevisiblemente. Frecuentemente se asocian este tipo de conductas a personalidades nihilistas e hipocondríacas.
El Síndrome de Cotard recibe su nombre por Jules Cotard, quien fue el primer médico que diagnosticó esta extraña condición. Describió las diferentes fases del trastorno en una tesis escrita en París, en el 1880.
Las personas afectadas por el Síndrome de Cotard rehúsan el contacto social y descuidan su bienestar personal. Su causa radica comúnmente en patologías neurológicas o mentales, y se asocia con la desrealización y la depresión.
1. Dar tiempo
El tiempo puede ser clave en la superación del duelo. Algunas personas pueden tomarse más tiempo que otras, pero todos necesitamos darnos ese tiempo. Así, nos haremos a la idea de que esa persona ya no está y que debemos continuar con nuestra vida.
2. Aceptar el duelo
Asumir la muerte ayuda a superar el duelo.
El dolor ante una pérdida es inevitable y con él se mezclan emociones que nos pueden hacer sentir mal y enfermos. Este proceso es normal y solo se superará poco a poco, siempre y cuando la persona no se eche culpas o se reprima.
Aceptar la muerte es uno de los primeros pasos para empezar a sentir alivio y, poco a poco, superar esta dolorosa etapa.
3. Expresar los sentimientos
Siempre hay una persona para escucharnos y compartir el dolor que sentimos por la ausencia de nuestro ser querido.
Para aceptar que nuestro ser querido ya no está, hay que hablarlo. Si no lo expresamos, podemos propiciar un estado de aislamiento que nos afectará más, haciendo mal a quienes nos rodean.
4. Tener en cuenta que la vida continúa
Perder a alguien es muy difícil y puede quitar las ganas de retomar la rutina diaria. Sin embargo, la vida continúa y otras personas también nos necesitan.
Para superar el duelo, se puede tener en cuenta que ese ser querido seguramente siempre quiso lo mejor para nosotros, y se alegrará de que podamos ser feliz a pesar de su ausencia.
Para conectar este pensamiento con acciones que ayuden a seguir adelante, se puede buscar distracciones, como pasatiempos, paseos, momentos para compartir con otros seres queridos, etc.
A algunas personas también les ayuda practicar pasatiempos, deportes y actividades que luego les permitan obtener logros, los cuales pueden dedicar a esa persona que ya no está físicamente.
5. Cuida los hábitos y la salud
Para superar el duelo también hay que cuidarse físicamente.
Para superar el duelo no solo debemos buscar apoyo psicológico, sino también cuidarnos físicamente.
El dolor y la tristeza pueden hacernos olvidar lo importante que es mantener una buena alimentación a diario, así como también una rutina de ejercicio adecuada, entre otros hábitos que no solo cuidan la salud sino que contribuyen con el bienestar y la calidad de vida.
Así pues, para superar el duelo, además de cuidarnos a nivel emocional, debemos cuidarnos en lo físico, comiendo sano y procurando mantener buenos hábitos.
6. Apoyar a los familiares
Aunque nosotros sintamos mucho dolor, debemos recordar que quizá nuestra familia necesite también apoyo.
Cuando apoyamos a los nuestros, tendemos a sentirnos mejor, al igual que ellos. La familia puede recordar momentos felices con esa persona, y aquellas anécdotas que quedarán para siempre.
Facilitar la expresión de sentimientos y experiencias en relación con la persona fallecida. En muchas ocasiones, la persona ha guardado silencio y no le ha puesto palabras a lo que sentía o pensaba, dificultando la superación de la muerte.
Dialogar sobre las circunstancias que llevaron a la muerte. Muchas veces, por el tipo de muerte que se ha producido (suicidio, atentado terrorista, etc.), el duelo se vuelve más doloroso. Hablar sobre ello facilitará la asimilación y la aceptación.
Centrar la terapia en la solución de problemas cotidianos y en la re-adaptación a su vida diaria normal. A través de pequeños pasos diarios se consiguen grandes resultados.
Proyectar al paciente hacia el futuro, haciendo que gradualmente vuelva a incorporar actividades gratificantes a su rutina. Esto hará que el paciente sienta que, a pesar de todo, todavía hay cosas que pueden hacerle sentir bien.
La lamentación dirigida como terapia de duelo
Esta terapia se utiliza en personas que están pasando por un duelo patológico con conductas de evitación, bloqueo emocional y re-experimentación en forma de pesadillas o pensamientos invasivos. En este sentido, cabe señalar el papel que puede jugar la lamentación dirigida. Consiste en exponer a la persona a recuerdos que la relacionan con el fallecido, especialmente, a experiencias compartidas.
Por ejemplo, se suele utilizar la lectura de cartas o la presentación de un álbum de fotos. Se trata, en todo caso, de romper con la inhibición emocional disruptiva. El mecanismo subyacente que hace que este tipo de terapia funcione es el debilitamiento de la respuesta emocional condicionada (tristeza)mediante la presentación repetida de estímulos que generan esta misma respuesta. Es decir, hacemos que el paciente se exponga a lo que le genera tristeza repetidas veces hasta que la emoción, ante la presentación frecuente, disminuya en intensidad.
Esta exposición repetida también puede llevarse a cabo con conductas en principio gratificantes, que se han dejado de realizar porque recordaban a la persona fallecida. Por ejemplo: ir al cine, viajar, salir a cenar, etc. En estos casos, también servirá como mecanismo subyacente de la terapia la propia gratificación de la actividad.
Mujer con una foto
Indicadores de recuperación tras el duelo patológico
¿Cómo podemos saber que la terapia de duelo ha funcionado? ¿Qué conductas determinan la recuperación tras el duelo patológico? A continuación se enumeran una serie de indicadores o señales que nos permiten diferenciar dicha recuperación:
La persona ha recobrado las constantes biológicas en relación al apetito y el sueño.
Reaparece la expresión verbal de los sentimientos y las expresiones afectivas como las sonrisas o los abrazos.
El sujeto ya se implica en conductas gratificantes, reanuda su vida social e incluso participa en actividades de voluntariado para ayudar a otros.
El recuerdo del fallecido ya se integra como parte de la historia personal sin desencadenar excesivas emociones negativas. Se evocan experiencias positivas vividas con la persona que ya no está.
Se disfruta de la vida cotidiana y se establecen metas futuras.
En definitiva, el duelo es un proceso normal que requiere de una elaboración personal no siempre fácil de realizar. En cualquier caso, conocer el duelo patológico y algunas de las soluciones terapéuticas nos puede ayudar a identificar y afrontar el último adiós, además de motivarnos a buscar la ayuda de un profesional en el caso de necesitarla.
pide ayuda profesional si crees que estas pasando un duelo de estas características:
Cuando te cuesta mucho hablar del fallecido e incluso evitas hacerlo por todos los medios. Es normal que al principio nos duela mucho hacerlo pero, pasado un tiempo, aunque nos resulte doloroso, podemos hablar de ellos, de los recuerdos que tenemos o de lo que le echamos de menos.
Cuando, aunque hayan pasado muchos años, has perdido la ilusión por vivir y te resulta muy complicado ilusionarte o alegrarte por algo. Cuando te invade una tristeza profunda y duradera.
Cuando estás especialmente irascible, todo te molesta o te incomoda ver a bien a los demás. Estás enfadado con el mundo de manera crónica.
Cuando tratas de seguir viviendo la vida que tenías antes del fallecimiento de tu ser querido, cuando intentas resistirte a la pérdida a través de rutinas o lugares que frecuentabais juntos, incluso aunque haya pasado ya mucho tiempo.
Cuando eres incapaz de deshacerte de su ropa o de objetos que ya no son útiles o conviertes la habitación del fallecido en un lugar intocable sin alterar nada, tal y como quedó desde la pérdida. Esto suele pasarnos al principio pero si se mantiene en el tiempo puede ser un indicador de que te has quedado atrapado en el proceso de duelo.
Cuando, a pesar de no querer hacerlo, te vienen a la mente flashbacks o recuerdos de todo lo ocurrido, sin que puedas evitarlo.
Cuando hay presencia de pesadillas de manera frecuente y repetitiva incluso habiendo pasado mucho tiempo.
Cuando tienes deseos intensos de morir o comienzas a obsesionarte y a sentir mucho mucho miedo a la muerte.
EJERCICIO DE PROTECCIÓN
Respira profundamente durante un par de minutos.
Inspira profundamente y mientras exhalas, visualiza un círculo de energía en forma de luz blanca sobre tu cabeza. Percibe cómo esta energía se mueve en sentido de las agujas del reloj mientras va descendiendo por tu cuerpo.
Este círculo de luz blanca adopta ahora la forma de un embudo y parece como un sacacorchos mientras desciende lentamente por tu cuerpo. Observa cómo ciertos fragmentos de energía negativa son expulsados de tu aura mientras continúa su descenso.
Imagina a este campo de energía moviéndose finalmente hasta los pies.
Ahora percibe una banda dorada de energía ascendiendo desde tus pies hacia la cabeza. Mientras esta asciende, deja una fina coraza alrededor de tu aura. Esta es una cubierta protectora que sólo deja pasar energía positiva a tu campo áurico.
Permanece cinco minutos con esta última visualización. Ahora haz unas pocas respiraciones profundas y relájate.
LUZ PROTECTORA
Siéntate en una posición confortable con tu columna recta. Mantente calmado y despeja tu mente de cualquier pensamiento. Inspira profundamente e imagina un rayo blanco de luz entrando por la parte superior de tu cabeza. Espira lentamente.
Imagina esta luz blanca rodeando ahora todo tu cuerpo y un segundo rayo de luz blanca que surge de la región de tu corazón. Este segundo rayo de luz se una con la primera luz y rodean completamente tu cuerpo y la habitación en la cual te encuentras.
Acepta la presencia de esta luz protectora. Intenta no pensar sobre ella, simplemente concéntrate en tu respiración y en la presencia de esta luz. Di para tus adentros o en voz alta ESTOY COMPLETAMENTE PROTEGIDO Y EQUILIBRADO CON ESTA LUZ BLANCA. SÓLO MIS MAESTROS, GUÍAS, MENSAJERO Y LAS ENTIDADES QUERIDAS QUE DESEAN MI BIEN SON CAPACES DE INFLUENCIARME AHORA.
Mientras inspira, di, LA LUZ Y LA POSITIVIDAD DEL UNIVERSO SE
VUELVEN PARTE DE MI CONCIENCIA Y ME PROTEGEN.
Mientras exhalas, di, ME ESTOY FUNDIENDO CON LA DIVINIDAD Y LA ENERGÍA DE MI ALMA ESTÁ PROTEGIDA.
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